miércoles, 25 de julio de 2012

Veruela, cuando la sencillez se hace belleza


Una de las naves laterales de la iglesia de Santa María de Veruela


 Juegos de luces en las gárgolas del claustro y una de las dependencias

Presente todavía el buen sabor de boca de nuestra visita a Tarazona, aparcamos en Veruela junto al crucero (la Cruz Negra) en el que esperaba la llegada del periódico Gustavo Adolfo Bécquer, a la par que buscaba -y encontraba- la inspiración. Atravesamos la torre del homenaje y paseamos bajo el romántico túnel vegetal que conduce al monasterio cisterciense de Santa María de Veruela.

Al fondo del andador nos encontramos con una bella portada románica en arquivoltas de medio punto, que debería dar acceso a la iglesia, pero que está cerrada. Entramos por una puerta de estilo renacentista, y enseguida nos recibe el claustro, cuadrangular y de dos plantas, gótica la inferior y renacentista la superior. La mirada se nos va hacia las bóvedas de crucería, los arcos apuntados y las sorprendentes figuras esculpidas en las ménsulas.

Desde el mismo claustro podemos acceder a las diferentes estancias, algunas sumamente sencillas como el locutorio, donde el abad encomendaba las tareas del día a los monjes, y otras deslumbrantes como la sala capitular, donde se encuentran los sepulcros policromados de sendos abades. No sé si son las elegantes columnas que pueblan la sala, las ventanas románicas en arco de medio punto o la iluminación de la estancia, pero el ambiente que se crea es de lo más mágico de todo el monasterio.

Mágica luz en la Sala Capitular

Tras visitar otras dependencias, como el refectorio o el scriptorium, queremos ver una completa perspectiva del claustro y nos internamos en la parte central. Es llamativa la inclinación del templete hexagonal que hacía las veces de lavatorio, nos fijamos en el profundo abocinamiento de los arcos apuntados. Se nos va la mirada hacia las típicamente góticas gárgolas y hacia los relieves que sobresalen de la arquería superior y que nos recuerdan a los de la portada del consistorio turiasonense, vistos unos minutos antes.
 

 
Aunque no nos cansamos de dar vueltas al claustro en un vano intento de retener todos los detalles posibles, pasamos a la iglesia. Se trata de un templo con planta en forma de cruz latina con tres naves, deambulatorio y cinco pequeños absidiolos, a medio camino entre el románico tardío y un gótico incipiente. Es aquí donde se plasma el espíritu de los monasterios cistercienses: máxima austeridad y ausencia de ornamentos. Además la media tarde, en conjunción con la tenue iluminación de la iglesia, nos regala un delicioso juego de luces y sombras.
 


Sólo la llegada de mentalidades propias de épocas ulteriores deparan mayores alegrías decorativas, como en la portada de la sacristía en la que destacan unos llamativos angelotes, y un renacentista sepulcro en alabastro.
Un último paseo nos refuerza la idea de sencillez que transmite todo, y que tanto valoramos.
Dedicamos los últimos minutos del día al Museo del Vino de la denominación de origen Campo de Borja, pero el día empieza a pasar factura y la profusión de conceptos aconseja una visita más descansada, quizás en otra ocasión.

FECHA DE LA ACTIVIDAD: 15 de julio de 2012

3 comentarios:

  1. Con el dominio de la luz en tus fotos, contraluces y claroscuros, has conseguido recrear el ambiente monástico de recogimiento y austeridad. Con este dominio del blogger, la próxima reseña de Atracción del Vacío espero que la hagas tú ¿o no?

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    1. Calla calla, que con lo que me cuesta escribir y pelearme con el blogger para colocar las fotos, no entra entre mis planes hacer transfuguismo bloguero...

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  2. Viendo las magníficas fotos y leyendo la excelente descripción entran ganas de volver otra vez a Veruela. A ver cuándo nos podemos escapar por allí...

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