lunes, 3 de diciembre de 2012

El románico segoviano


San Millán. Al fondo, la Catedral de Segovia
 
Un caluroso fin de semana de mitad de septiembre aterrizamos en Segovia, una de las capitales españolas con mayor número de templos románicos, con permiso de Zamora y, en menor medida de Ávila y Soria. Segovia tiene de por sí suficientes atractivos, como el legendario Acueducto romano, la espectacular planta de la gótica catedral con sus inverosímiles pináculos, el fortificado Alcázar o las singulares fachadas adornadas con el típico 'esgrafiado', por no hablar de su afamado cochinillo. Pero ya iba siendo hora de revivir el recuerdo de nuestra primera visita trece años atrás, cuando descubrimos esa ordenada sucesión de pequeñas iglesias con tres o cuatro ábsides, coronadas por esbeltas torres-campanario, algunas de ellas con características mudéjares, y dotadas de una o más galerías porticadas o atrios, que les dota de una fuerte personalidad.
Y perdiéndonos por sus calles, nos encontramos con sus tres mejores ejemplos. Uno de ellos es San Esteban, con su airosa torre de cinco cuerpos y ventanales de bellas arquerías, poco habitual en España.

 San Esteban

San Millán, pequeña pero hermosa basílica de tres plantas, cuatro ábsides y doble atrio, se ubica fuera del casco histórico de Segovia, lo que permite observarla a cierta distancia desde distintos ángulos.



Ábside, atrio meridional e interior de San Millán


San Martín, con triple atrio profusamente decorado, se sitúa en el corazón de la ciudad, a medio camino entre el Acueducto y la plaza de Juan Bravo.

 Conjunto, atrio meridional y ábside de San Martín

Son tres ejemplos, pero Segovia merece caminar por sus estrechas y, en ocasiones, empinadas calles, e ir descubriendo otros pequeños tesoros románicos, como San Clemente, como San Andrés, como San Quirce, como San Nicolás, como La Trinidad, como San Juan de los Caballeros.
Pero por si a alguien todo esto puede parecerle poco, tomaremos nuestro coche y circunvalaremos la ciudad por el norte y, con vistas al Alcázar, llegaremos a un paraje solitario que acoge un edificio tan singular como extraordinario: la iglesia de la Vera Cruz.
Su estructura es poligonal, una rareza en la península ibérica (sólo las navarras Eunate y Torres del Río lo son), dodecagonal para más señas, con cuatro ábsides, pero su verdadera dimensión se aprecia al acceder a su interior, imbuido de mística, como suele ser habitual en las construcciones relacionadas con la Orden de los Templarios. En el centro del templo se halla un original edículo o estructura de doce lados y dos plantas, una cripta en la inferior y una bella escalera por el que se asciende a la superior. Merece la pena sentarse en cualquier punto del deambulatorio para reflexionar, alzar la vista, tratar de retener todos los detalles e intentar descifrar -seguramente en vano- la misteriosa simbología de la Vera Cruz.

La Vera Cruz, desde el Alcázar

Planta inferior del edículo, a modo de cripta


Sección del edículo, con sus dos plantas

Escalera de acceso a la planta superior del edículo


Detalle de los ábsides de la Vera Cruz. Detrás, el Alcázar


Sin duda, un templo excepcional con el que culmina nuestra estancia en Segovia, un referente del románico que bien merece una visita... o más de una.

FECHAS DE LA ACTIVIDAD: 15 y 16 de septiembre de 2012

miércoles, 10 de octubre de 2012

Asturias es volver



No es la primera vez que viajamos hasta Asturias. Al llegar sentimos que estamos en casa. Que sepamos no corre sangre asturiana por nuestras venas, pero sí nos recorre una enorme alegría por ver de nuevo esas verdes laderas que bajan hasta la misma arena de la playa, por degustar una gastronomía sin igual, por disfrutar de la sidra. Nos fijamos en las gentes y percibimos una fuerte identidad, un orgullo sano de ser asturiano, que es perfectamente compatible con hacer que el visitante se sienta partícipe de su cultura, de sus costumbres, de sus simpáticos hórreos, de sus bucólicas praderas, de las piedras milenarias del prerrománico. Muchas, demasiadas cosas que nos hacen sentir y que nos hacen volver. Es difícil compilar en unas pocas fotografías tantos recuerdos y tantas miradas, pero sirva este vídeo como modesto homenaje a esta tierra asturiana que tan bien nos acoge, que casi sentimos como nuestra, mientras nos preguntamos cuándo volveremos. ¡Puxa Asturies!

viernes, 14 de septiembre de 2012

Faja de las Flores: paseo por las alturas en compañía de sarrios y Edelweiss

Un grupo de sarrios frente a las paredes de la Fraucata

Hacía varios veranos que teníamos entre nuestros planes visitar la emblemática Faja de las Flores. Pero desde que estuvieron hace un par de años nuestros amigos de Atracción del Vacío y después de haber visto su reseña, la posibilidad se había convertido en urgencia. Así que nos plantamos en el parking de Torla un 31 de julio con la idea de tomar el autobús que durante el verano y los puentes de otoño es la única manera posible de acceder a la pradera de Ordesa. En el autobús hay menos viajeros de los que imaginábamos para estar en pleno verano, pero entre ellos nos sorprende ver un grupito de rusos. Al contarle la anécdota a un buen amigo, me dijo éste si no creerían estar camino de Odessa, en lugar de Ordesa.
El Tozal del Mallo preside el conjunto de paredes del circo de Carriata

Una vez en la pradera, retrocedemos por la carretera unos 500 metros para tomar la senda que asciende por un tupido bosque mediterráneo hacia Carriata. La pendiente es considerable sobre todo al principio. Al cabo de una hora llegamos al desvío que marca el inicio de la Faja Racón (o Racún, parece que hay diversidad de toponimias), pero nosotros seguiremos camino a Carriata. Media hora después la decisión a tomar será optar entre las Clavijas de Carriata o el paso de la Fajeta. Elegimos esta última opción, se trata de un paso horizontal y aéreo con vistas a un gran patio, un camino no muy ancho pero lo suficiente para superarlo andando sin apuros. Además hay una sirga a la que poder agarrarse. Después del paso tendremos una sucesión de entretenidas trepadas hasta salir a una zona amplia desde la que podremos elegir entre seguir nuestro camino hacia la Faja de las Flores o acercarnos al Tozal del Mallo. Como sólo son treinta minutos de propina (otros tantos de vuelta) y las vistas son espléndidas desde su cima, la elección está clara. Atravesamos el curioso istmo que nos separa de la cumbre y allí admiramos a vista de pájaro la pradera de Ordesa, la Senda de los Cazadores y los impresionantes paredones que hemos superado en nuestra ascensión. La visibilidad por la mañana no está siendo buena, incluso llegamos a oir un par de truenos aislados a lo lejos. Pero las nubes, que nos proporcionarán buenos ratos de sombra que agradeceremos, no irán a más y a partir de mediatarde los cielos quedarán bastante limpios.
Curioso istmo que se atraviesa antes de llegar al Tozal del Mallo

Las dos posibilidades para superar las paredes de Carriata: clavijas o fajeta

Valle de Ordesa visto desde la cumbre de Tozal del Mallo

De vuelta a nuestro gran objetivo retornamos a la bifurcación descrita anteriormente y comenzamos a ascender por la senda que trepa entre prados ganando buen desnivel hasta la entrada a Salarons. En este punto se accede a la Faja de las Flores, que discurre en algunos tramos casi extraplomada, con buenos vivacs, y en otros algo aérea pero siempre con una anchura más que suficiente que evita la sensación de vértigo en todo momento. Nos extraña cruzarnos apenas con un par de grupos en toda la excursión dada la fama de este paraje. Permanece en nosotros la sensación de que parece mentira que siempre haya un ancho camino en un recorrido tan largo y tan plano, libre de obstáculos naturales. Nos sentimos como pájaros sobrevolando cientos de metros de altura y concluimos que Ordesa podrá gustar más o menos, pero como Ordesa no hay nada, al menos en nuestro querido Pirineo. Admiramos el encajonado valle del Arazas, la vecina Faja de Pelay, las paredes de la Fraucata. Aunque ya nos habíamos encontrado numerosos ejemplares cerca del paso de la Fajeta y en otros puntos de la excursión, en el tramo final de la Faja la abundancia de la flor de nieve o Edelweiss en esta época del año es abrumadora. Al poco de dar vista a las Tres Sorores y la cuenca alta de Cotatuero, empezamos a avistar numerosos grupos de sarrios, a los que podemos acercarnos prudentemente sin que se espanten.
Recuperamos el camino a la Faja de las Flores tras volver del Tozal del Mallo

Umbral de Salarons bajo la presencia de Mondarruego

Ya en la Faja de las Flores. Inverosímil camino natural


Uno de los dos grupos con los que nos cruzamos en todo el camino

Vista atrás hacia Otal, Tendeñera y Mondarruego

Pueyo Mondicieto, Peña Montañesa y Mondoto


A vista de pájaro sobre el Arazas
Espectaculares las paredes de la Fraucata

Al final de la faja se avistan las Tres Sorores

Flor de nieve o Edelweiss

Cilindro, Perdido y Soum de Ramond. Barranco de Millaris

La excursión ya ha sido larga hasta aquí, pero como no nos vemos suficientemente sueltos como para retornar por las clavijas de Cotatuero, nos planteamos hacer una semicircular para evitar tener que volver por el mismo camino de ida. Iremos girando en sentido opuesto a las agujas del reloj con vistas hacia la Brecha de Roland, Taillon y Gabietos hasta coronar el Collado de la Catuarta. Después bajaremos hacia el Umbral de Salarons hasta recuperar el camino de la ida.

Taillon, Falsa Brecha, Brecha de Roland

Abundante presencia de sarrios entre el final de la Faja de las Flores y el collado de la Catuarta

Monte Perdido desde el Collado de la Catuarta

Casco, Torre de Marboré, Cilindro

Deda, Falsa Brecha y Bazillac


Es final de julio, hace calor y llevamos un año hidrológico inusualmente seco en gran parte del Pirineo. Se trata de una zona caliza que filtra gran parte de las aguas, con lo que no podremos beber más agua que la que traemos de casa. En Salarons hay unos meandros, pero el agua parece tan estancada que no nos atrevemos a beber de ella. El descenso se hará largo y cuando llegamos al fondo del valle del río Arazas me lanzo a sus aguas para reponer las cantimploras. Han sido once horas y media de larga y deshidratada excursión, pero con imágenes en nuestras retinas que compensan sobradamente cualquier esfuerzo.

Aguas Tuertas de Salarons. Al fondo, Gabieto


FECHA DE LA ACTIVIDAD: 31 de julio de 2012

domingo, 26 de agosto de 2012

Viadós, enclave paisajístico y etnográfico

Bordas de Viadós desde el refugio del mismo nombre

Tras una bacheada pista de unos diez kilómetros que parten poco más arriba de San Juan de Plan, en paralelo a un río Cinqueta rebosante en pleno deshielo primaveral, llegamos a Viados.
Nos hallamos ante una doble perspectiva: la de un enclave con una notable calidad paisajística por un lado, y la humanización del medio y el admirable aprovechamiento del espacio en abancalamientos por otro.
Podemos divisar en un golpe de vista el Posets, Espadas, picos de la Forqueta y picos de Eriste, nevados durante gran parte del año y por encima de verdes praderas. Pero Viadós (o Biadós, en habla chistabina) también es un curioso conjunto de pequeñas edificaciones agrícolas y prados ganados a la pendiente.
El gran Fernando Biarge habla en "Sobrarbe, letra menuda" de los panares, que define como un paisaje graciosamente aupado en peldaños, faja sobre faja, en ordenada sucesión hasta abarcar una parte importante de la pendiente. Dice constituir un ingente trabajo, casi desmesurado para sus previsibles frutos, realizado en los momentos de mayor presión demográfica de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Como complemento a los prados y panares, sobre todo cuando están muy alejados del núcleo y la temporada de permanencia en ellos es necesariamente larga, se construyen las bordas formando pequeños poblados de vida estacional, muy intensa mientras duran la estancia de los ganados y los trabajos complementarios. Hoy estas prácticas se encuentran en desuso. De ello da buena cuenta el mismo autor en "Piedra sobre Piedra". Sirvan estas líneas para reconocer el trabajo de Fernando Biarge, gran divulgador del patrimonio etnográfico, geológico y agroganadero altoaragonés, que me ha servido de referencia para planificar no pocos viajes por el Pirineo oscense.
Es por ello que el breve paseo que nos conduce del refugio de Viadós hasta la pasarela de madera sobre el río Cinqueta de Añes Cruces se convierte en un relajante placer para nuestros sentidos. Caminamos entre bordas, nos asomamos al interior de alguna de ellas y alucinamos de que edificaciones tan sencillas puedan dar lugar a un conjunto tan armonioso, mientras respiramos aire puro y escuchamos el estruendo de las cercanas aguas desplomándose de poza en poza. Tejados a dos aguas cubiertos de pizarra cuya materia prima es la piedra de la zona y dos plantas para aprovechar el máximo el espacio son las uniformes características de las bordas que forman el singular poblado. Mientras paseamos vemos caminar a buen ritmo a un par de esquiadores con sus tablas al hombro, que nos recuerdan que estamos en el campo base de buen número de excursiones de alta montaña. Os dejo unas fotillos de este nublado domingo de mayo de 2012.
Una vaca nos saluda sorprendida desde su improvisada morada
Bellos colores primaverales saludan el paso de las aguas del caudaloso Cinqueta
Posets y Espadas
Posets, Espadas, Forquetas, Eristes
 
Picos de Eriste
 

Río Cinqueta de Añes Cruces


La mejor vista del conjunto se contempla desde el Refugio de Viadós
FECHA DE LA ACTIVIDAD: 13 de mayo de 2012